En mayo 2023 llegué a la Cima IAP, un lugar lleno de calidez que me ayudó a seguir persiguiendo una de mis metas: terminar de estudiar la licenciatura en Psicologia del Trabajo. Cuando llegué ya llevaba un buen tramo de la carrera recorrido, estaba por terminar el quinto semestre.
En el tiempo en el que pertenecí a la Cima conocí a chicas increíbles, que se ganaron un espacio en mi corazón y que sin duda siempre las recordaré, a ellas espero haberles dejado algo bonito en sus vidas. Me encantaría que, a través de mi ejemplo, hayan visto que, con esfuerzo y constancia, si es posible alcanzar nuestras metas y sueños. Ellas al igual que yo, cargan sueños enormes que merecen hacerse realidad.
Desde el primer día el recibimiento fue muy ameno. El acompañamiento que recibí fue distinto a todo lo que había vivido antes; se tomaban el tiempo de preguntar cómo me sentía, de escucharme y de actuar desde ahí. Entendí que cada quien vive su proceso de manera única y que no hay que comparar nuestras historias.
Si miro atrás, mi vida antes de llegar a La Cima era muy rutinaria. No me daba mucho espacio para mí ni para los demás. Por mucho tiempo dudé si el lugar en donde estaba era el único camino para lograr lo que soñaba. Hoy sé que cuando te animas a soltar y abrazar el cambio, todo empieza a transformarse: lo que parecía oscuro y sin forma, con mi llegada a la Cima empezó a tener luz y color.
La Cima llegó a mi vida en el momento perfecto: me ayudó a terminar mi carrera y a dar el siguiente paso para comenzar a trabajar en el área que amo. Hoy puedo decir que soy una persona más madura, empática, responsable y consciente del impacto que puedo tener en los demás.
Espero que mi paso por La Cima haya dejado una huella, que haya sido un recordatorio para las que vienen detrás de mí de que sí se puede, de que vale la pena luchar por lo que nos apasiona.
Gracias, a la Cima, por su misión tan bonita de apoyar a jóvenes como yo a seguir estudiando y luchando por un mejor futuro. Gracias por creer en mí, por impulsarme a ser mejor, por formarme para ser agente de cambio. Gracias por cada taller, cada plática, cada beca, cada apoyo del transporte… pero, sobre todo, gracias por haberme hecho sentir como en casa y darme un lugar en sus instalaciones.
Me siento infinitamente agradecida por las personas tan lindas que conocí, por las amistades que nacieron, por los aprendizajes y por los momentos que llevaré siempre conmigo.
Hoy me atrevo a decir, que soy una persona más madura, más consciente, más empática y segura de lo que quiero. Y tengo claro que mi compromiso ahora es también regresar y retribuir algo de lo mucho que recibí.
Gracias, a la Cima, por ser parte tan importante de mi historia, me siento muy feliz de haber formado parte de la cuarta generación.