Estamos felices y orgullosos de compartir contigo la historia de Evelyn quien recibió hace unas semanas su título de Ingeniera en Biosistemas Agroalimentarios. Gracias al apoyo de personas como tú, estamos seguros de que tendrá una vida llena de éxitos y logros profesionales y personales. FELICIDADES QUERIDA EVE!
Hace cuatro años, con apenas 17, salí de mi comunidad con la ilusión temblando en el pecho y una maleta llena de sueños. Crecí en un entorno donde los recursos eran limitados, pero el amor y la fuerza de mi familia siempre estuvieron presentes. Mis sueños eran claros: quería estudiar, aprender, ayudar y regresar un día a mi comunidad con herramientas reales para transformarla. Pero, sinceramente, no siempre veía el “cómo”. Muchas veces sentía que las oportunidades estaban muy lejos de mí. Y entonces, encontré La Cima. Desde el primer día, esta institución fue mucho más que un apoyo. Fue una puerta que se abrió cuando más lo necesitaba. Fue la posibilidad real de construir la vida que imaginaba. Recuerdo con claridad el día en que me confirmaron que formaría parte de esta comunidad de mujeres valientes; no solo lloré de emoción, también sentí que mi esfuerzo hasta el momento había sido recompensado con esta gran oportunidad, aquí encontré una familia nueva: compañeras que hoy son amigas e incluso puedo decir hermanas, guías que han caminado conmigo sin soltarme, y una red de apoyo que me sostuvo en momentos clave. El cambio fue inmenso. Pasé de la incertidumbre a la confianza, de la timidez al liderazgo, del miedo al empoderamiento. En este espacio aprendí a reconocerme como una mujer capaz, fuerte, llena de posibilidades, uno de los talleres que más marcó mi camino fue el de Proyecto Comunitario. Fue ahí donde nació Rinconcito del Sol, una iniciativa con la que hoy busco empoderar a mujeres de comunidades rurales por medio del aprovechamiento de recursos naturales y saberes locales. Gracias a ese taller, pude convertir un sentimiento profundo en una propuesta concreta. Pero no fue el único momento transformador. En La Cima también recibí clases de inglés, asesorías académicas y talleres sabatinos mensuales, donde crecí en lo personal, lo profesional y lo emocional. Me enseñaron a armar un buen CV, a prepararme para entrevistas, a cuidar mi salud emocional, a hablar con firmeza, a alimentarme mejor, a escuchar con empatía. Aprendí a reconocer mis emociones, a gestionar mis tiempos, a establecer metas alcanzables. Poco a poco, fui encontrando seguridad en mí misma, y entendí que el desarrollo profesional y el personal no están separados: van de la mano. No puedo dejar de agradecer profundamente a Tom y Paty, fundadores de este sueño que ha cambiado tantas vidas. Ellos creyeron en mí cuando yo apenas comenzaba a creer en mí misma. Han sido parte fundamental de mi proceso, y sé que mi familia también les agradece cada paso que he podido dar gracias a su confianza y el enorme corazón con el qué me dijeron “sí”. He culminado mis estudios universitarios, y esto no habría sido posible sin el respaldo constante de los donadores. A quienes han aportado su granito de arena, quiero decirles: gracias. Ustedes han sido parte de mi historia. Gracias por creer en mí sin conocerme, por apostar por mi crecimiento, por permitirme llegar hasta aquí. Gracias a ustedes, hoy soy una mujer más preparada, más consciente, más libre. Me han regalado mucho más que una beca: me han dado herramientas para toda la vida y la oportunidad de creer en mí, de confiar en mí y de saber el día de hoy que las mujeres que salimos de nuestras comunidades en busca de nuevas oportunidades tenemos un mundo de posibilidades. Ofrezco seguir caminando con los valores que aquí aprendí: honestidad, confianza, respeto, responsabilidad, excelencia y dignidad. Ofrezco seguir sembrando en mi comunidad, levantar la voz por quienes aún no tienen oportunidades, tender puentes, inspirar a otras chicas que se sienten donde yo me senté alguna vez: dudando, pero con el corazón lleno de fuego. Evelyn de 5, 10 y 15 años está completamente feliz y agradecida con Evelyn de 21 que nunca abandonó sus sueños, que aún con miedo nunca desistió y que al final cuando le dijeron que a quién obra bien, le va bien resultó ser tan cierto que aunque termina un ciclo, se lleva a las personas justas que la han apoyado desde siempre y las que conoció en el camino. La Cima no solo cambió mi vida. Me ayudó a descubrir quién soy. Y hoy, con más certeza que nunca, sé que puedo lograr lo que me proponga. Porque ahora sé que sí se puede. Y lo sé… porque lo estoy viviendo. |
Te invitamos a seguir siendo parte de este viaje transformador en La Cima IAP. Juntos construimos un futuro más brillante. |